Uno mas...
Uno mas... uno menos.
Recuerdo a quienes me lo recuerdan que para escribir necesito tener ganas de hacerlo.
Un mundo simple... hecho por gente complicada
Nunca me cansaré de reivindicar lo simple ante lo complejo, de pedir sencillez ante la avalancha de pedantería, memeces y soberbia en la que, día si día también, nos sumimos en este tercer milenio.
Hoy ojeaba unos apuntes y me ha llamado la atención el comprobar cómo, una y otra vez, se usan perversiones del lenguaje para parecer más ilustrado, más diligente o más entendido en uno u otro tema, transformando las cosas sencillas en jeroglíficos solo comprensibles por unos pocos, y a duras penas.
No importa cuánto se sepa de algo, sino cuanto se parezca saber del tema, si se usan tecnicismos, eufemismos y perífrasis debe ser que se sabe un montón, y si encima se acotan términos propios ni te cuento.
Los mayores divulgadores de la historia de la humanidad tenían un talento, y ese talento no era asimilar las cosas más rápido que los demás (que también) sino el ser capaz de explicar las cosas complejas de tal modo que cualquiera con un mínimo de formación pudiera entenderlas y aprovecharlas.
Al parecer las disciplinas de letras se sienten de algún modo inferiores a las de ciencias, y dado que estas últimas utilizan un lenguaje propio se debe acotar también uno para las mal llamadas “humanidades”, así la parte teórica de unos apuntes de economía se hace tan absolutamente críptica que nadie no versado pueda entenderla, cuando en realidad la parte “teórica” debiera ser la más sencilla de entender para cualquiera.
No pretendo abogar por una simplificación hasta el absurdo, lo que pretendo decir es que si algo puede hacerse sencillo no debe hacerse complejo, la botella debe ser transparente para que podamos ver qué demonios hay dentro de ella. Si envolvemos las cosas en capas y capas de lenguaje pedante y pretencioso solo conseguiremos que nadie nos entienda… lo que, lamentablemente, en los tiempos que corren parece ser el objetivo de muchas personas que, de no ser por eso, serían excelentes comunicadores y pozos de sabiduría donde las nuevas generaciones podrían encontrar soporte, ayuda y guía.
Einstein decía “Si tu intención es describir la verdad, hazlo con sencillez y la elegancia déjasela al sastre” y cualquiera que haya leído su Teoría general de la Relatividad comprobará que se puede chocar de frente contra las matemáticas (que fue lo que me pasó a mí) pero el lenguaje es simple, llano y perfectamente comprensible, Einstein sabía que su teoría era genial, no necesitaba envolverla en chorradas, sino que fuera sencilla y comprensible en la medida de las posibilidades de cada uno.
Supongo que todo el tema viene derivado de la absoluta inseguridad que rodea nuestro tiempo que a su vez es fruto de la obsesiva competitividad en la que vivimos. Hay que ser más listo, más guapo, más rápido que el de al lado… luego nos quejamos de cosas como la intolerancia, la incomprensión y la insolidaridad, sin darnos cuenta de que todo es fruto de lo mismo…
Y de nuevo concluyo en lo que siempre concluimos el amigo antes citado y yo cuando nos embarcamos en estas conversaciones, el problema es de educación, no de desarrollo.
Burrícia Ilustrada.
Si, lo ha leído usted bien amigo lector, odio a Isaac Asimov.
¿Porqué?... sencillo, le odio por el mismo motivo por el que odio a Quevedo, a Terry Pratchett, a Rocco Siffredi, a Fernando Alonso o a cierto tipo con “ojos grises”.
Les odio porque les envidio.
Son gente que, por azares de la fortuna o por duro trabajo (Normalmente la segunda opción) han llegado a tener algo que quiero desesperadamente… bueno Rocco quizá no, tampoco le envidio tanto…
Lo que me jode de esta gente es que, comparado con ellos, soy un Don Nadie (Con mayúsculas, eso si) que trata de ponerse a su altura… con efectos desastrosos sobre mi amor propio.
Evidentemente se que no debo compararme con ellos, se que eso solo produce frustración, rechinar de dientes y facturas del dentista… Pero es que siempre he pensado que cuando uno quiere hacer algo tiene que intentar llegar tan alto como pueda, lo decía un profesor al que recuerdo con cariño “Apuntad siempre más alto de lo que podáis llegar, porque siempre llegaréis más alto de lo que pensabais”.
Así que llego a un nivel de equilibrio gilipollas, donde trato de emular a los mejores mientras “hago mi partido”, lo que no es fácil en absoluto.
Tomemos por ejemplo el escribir, que es lo que estoy haciendo. Últimamente me fijo mucho en mi estilo en la composición, y me doy cuenta de una cosa terrible, abuso brutalmente del punto y aparte, prácticamente no puedo construir una frase sin terminarla en un punto y aparte, es casi patológico. Mas de una vez me veo inmerso en un debate conmigo mismo diciendo “oye, ese párrafo queda corto” y respondiendo “pero es que un punto y seguido es meter las cosas con calzador”.
Odio a los escritores capaces de construir párrafos de mas de doce líneas, les odio porque a ellos les queda tan natural que parece que se dejen algo en el tintero… ¡y a mi me cuesta un imperio el construirlos de mas de tres!.
Con respecto a los otros “odiados” que comentaba al principio es casi extrapolable lo que siento por ellos, se lo que han sudado para llegar donde están, pero el vago que hay en mi (Que es un tio gordo que grita a pleno pulmón) no para de querer identificar las claves de su éxito, las “katas” por así decirlo, ¿Qué les hace tan buenos?, ¿Qué les da ese punto extra?... lamentablemente ese “algo” es el esfuerzo.
Y eso es bueno por una razón, el esfuerzo es algo al alcance de todos, las cosas que valen la pena requieren un esfuerzo considerable porque si no todo el mundo las tendría y dejarían de valer la pena.
Así que ya sabéis, esforzaros en todo lo que hagáis, tratad de llegar siempre un poco mas allá “Altius, Citius, Fortior” para todos familia… el esfuerzo tiene recompensa siempre.